7 de julio de 2010

Wacken, sucursal del infierno

Existe una constante interesante en el festival Wacken: las playeras negras. Sin el glamour de Glastonbury, sin la cobertura de Lollapallooza, sin el apartheid de Coachella, aquí no hay divisiones, solo un color y una palabra: metal.

Doom, speed, trash, death, medieval, en todas sus vertientes, cabello largo, salchichas y cerveza, los campamentos que parecen campos de refugiados, las tiendas que venden playeras de casi cada grupo de metal existente, el headbanging, Wacken es un festival olvidado por los medios, apenas se pueden ver escenas en el documental Metal: a headbanger´s journey, un documento fundamental para comprender el género.

El cartel de este año da la oportunidad de ver bandas de gran calibre como Iron Maiden, o el esperado regreso de Alice Cooper, la expectativa por ver a Anvil (otro documental recomendable: Anvil, The story of Anvil, y el relato de la vida de esta banda que nunca llegó a las grandes ligas del metal). Slayer también tiene espacio en este festival, Cannibal corpse y su complejo mecanismo sónico, la ya legendaria banda Immortal, los viejos conocidos de Soulfly (aunque se extraña a Sepultura), y el poder de Arch Enemy.

Claro que me gustaría ir un día a Wacken, y llevar esa playera de Brujería que casi no me pongo.