1 de octubre de 2010

I traveled half the world to say…

Muse en Wembley, viernes 10 de septiembre

(Nuestra amiga Alejandra comparte su experiencia, lo cual agradecemos infinitamente)

Más que un viaje planeado fue un viaje rescatado, luego de que Mexicana de Aviación me había vendido un boleto baratísimo a Londres, un mes antes del concierto anuncian que se suspenden los vuelos. Luego, British Royal Mail no me hace llegar mi entrada para el concierto de Muse el pasado viernes 10 de septiembre, a pesar de que lo pagué hace casi 1 año.

Qué calamidad. Reclamo y dice la empresa de venta de boletos ‘I’m afraid you won’t be able to attend your event’. Y casi a manera de burla, el boleto llega el día que me voy a Londres, así que lo tengo que recibir en mi hotel por Fedex. Al final me las arreglé para rescatar mis vacaciones e ir al concierto en Wembley que Muse vendió por completo en tan sólo unos días en noviembre del año pasado.

Apertura de puertas: 4:30 de la tarde. Llego a las 5:30 pm, luego de un trayecto un tanto accidentado en el metro de Londres que me recuerda al metro de la ciudad de México en horas pico. Estación Wembley Park, todo mundo va hacia la salida del Olympic Way que te lleva directo al estadio que le diera cabida al concierto que Muse plasmaría en un DVD en 2007, The HAARP Tour: Live from Wembley.

Entre los fans hasta el tuétano que conozco, es un sueño ir a un concierto en Wembley y yo por fin lo estaba haciendo realidad, una cosa menos en la lista por hacer antes de morir. Sí, soy una freak de la música y de Muse y no me apena reconocerlo.

Largas horas de espera, Muse está anunciado hasta las 8:45 pm. Con puntualidad inglesa, en su ‘cancha de local’, algunos minutos antes del cuarto para las nueve, se apagan las luces y aparecen marchando en fila unos entes con las caras enmascaradas y carteles a manera de protesta que rezan ‘They will not force us’, ‘We will be victorious’, ‘They’ll laugh as they watch us fall’, ‘Injustice is the norm’, entre otras frases que el trío devoniano menciona de manera casi sistemática en muchas canciones que hacen alusión al nuevo arreglo del orden mundial, teorías de conspiración e injusticia social. Suena ‘We are the universe, observing itself, we are the universe, destroying itself’. La emoción nos invade, el grupo sale y se acomoda en sus lugares.
Acto seguido, la explosión de energía característica de las canciones para el opening: Uprising, vale la pena haber viajado en teoría 13 horas en dos aviones que se convirtieron en casi 24 en la práctica contando las conexiones, retrasos y husos horarios.

Todos brincan y comienzan las ovaciones, casi plegarias a Matt Bellamy y la genialidad que muchos se niegan a aceptar, el canto a ‘grito pelado’ y la vista impresionante de un estadio con 90,000 localidades ocupadas por completo.



Bellamy alienta a todos a cerrar el puño y levantarlo en señal de protesta a cada ‘hey!’ mientras suena aún Uprising. ‘Hey!, hey!’, acompañado del riff de la Manson negra con kaoss pad.
Sigue Supermassive Black Hole del Black Holes and Revelations, polémico por su sonido electrónico. Hay gente ahogada de borracha tarareándola. La euforia se desfoga a como dé lugar.

New Born, de mi disco favorito, el Origin of Symmetry empieza a sonar con el piano que me provocó entre suspenso y angustia cuando la escuché por primera vez y el riff que me hizo preguntar a un músico qué diablos era un riff. Genial, increíble... Está mal que lo diga pero me provoca querer vandalizar un carro con un bat de beis cada vez que la oigo. En vivo, incomparable.

Una pausa a mi emoción llega cuando se empieza a oír Neutron Star Collision (Love Is Forever), la última sorpresa por su colaboración con ella en una de las películas de Crepúsculo, durante la que algunos enamorados aprovecharon para hacerse arrumacos. ‘Esto no es Muse’, pienso.
Butterflies & Hurricanes, donde aparece ese solo de piano al minuto cuatro que hace que muchos movamos los deditos como reproduciendo simultáneamente ese sonido; Guiding Light, donde ignoro el llanto de alguien que al parecer recuerda a otro ‘alguien’ que probablemente no está ahí.
Luego Interlude, se luce Chis Wolstenholme con su habilidad en el bajo y su conocida maestría en distorsión llega con la explosión de Hysteria. Headbanging involuntario de todo el mundo.

Nishe, una buena canción no necesita de una letra pegajosa para serlo. Esta vez quien lleva el ritmo es Dominic Howard al compás de su batería. Un remanso, un descanso…



United States of Eurasia (+ Collateral Damage), con su final ‘Chopinesco’ y acordes como salidos de un cuento árabe que nos sorprendieron cuando la banda fue revelando fragmentos por separado de la canción cuando se estrenó por internet.

La sorpresa de la noche, MI sorpresa: I Belong to You (Mon Cœur S’ouvre à Ta Voix) que no creí escuchar en vivo jamás y letra que canté a grito pelado: ‘I traveled half the world to say you are my Muse’, decía yo literalmente.

Luego viene Feeling Good, que tiene el ‘superpoder’ de poner de buen humor a muchos, MK Jam, que abre la puerta a Undisclosed Desires, alegre y un tanto fresa tocada con la keytar de luz neón, Adagio in G minor, utilizada recientemente como intro para Resistance, algo cursi, confiesa una personita que querría poder pensar en alguien mientras la canta. ‘Love is our resistance’.

Starlight, la delgada línea que separa lo que los chicos duros llaman poser del verdadero fan, donde Dominic ya casi por costumbre pide al público encender sus celulares para iluminar el estadio; pero qué diablos, hasta Bellamy tuvo un corazón enamorado o destrozado y no teme a expresarlo en sus letras.

Casi muero al oír algo que se escucha como House of the Rising Sun, pero sólo es un riff para presentar Time Is Running Out. Aparece después el riff Power of Soul, antesala a una de esas canciones potentes que todos amamos de Muse, Unnatural Selection, simplemente increíble en vivo.

Canción número 18 de un setlist más bien largo, Soldier’s Poem, con su ‘there’s no justice in the world’, con la que reflexiono y reservo energías para un final tan espectacular como el escenario y su tamaño XXL: Exogenesis: Symphony Part I: Overture. ¡Hey, escépticos!, 90,000 personas vimos un ovni sobrevolando el estadio de Wembley y tengo fotos que lo prueban. Espectacular, perdón mi corto léxico: espectacular.

Se aproxima el final con Stockholm Syndrome y amo la potencia de la batería de Howard quien vuelve a decir quién manda, al menos durante esta canción, luego dos riffs, el School y Endless Nameless, porque variedad hay entre 49 riffs y jams documentados, para luego ir un momento backstage a refrescarse y dar una pausa a miles de pares de pies cansados de tanto saltar y miles de gargantas de tanto cantar y cuellos casi contracturados con tanto headbanging, pero nosotros, su público fiel saca fuerzas de flaqueza para corear Take a Bow y ver el juego de luces de colores y pantallas con las caras de los fans que cambian al ritmo de la canción. Ahora regresa el Muse que todos queremos, con Plug In Baby con ese comienzo casi extático de Matt y la Manson glitter roja y energía que se mantiene a tope durante escasos 3 minutos y 39 segundos.

Ahora sí, aplausos e inicia Man with a Harmonica, que se encarga de anunciar el verdadero final con Knights of Cydonia, favorita de Bellamy para tocar en vivo porque sabe que exprime hasta la última gota de energía de su público. La pantalla detrás de mí dice ‘No one is gonna take me alive, time has come to make things right’, que termina con una noche que esperaba desde hacía mucho y que se fue como agua entre los dedos antes de las 11 de la noche en un Londres de clima bochornoso pero de energía a mil, como es costumbre con los que han cambiado mi manera de escuchar música, de apreciarla, de involucrarme en ella y que corona mis vacaciones haciéndolas las reinas de todas porque vi a la banda que siempre gana los premios como mejor grupo en vivo y que colabora con decenas de canciones en el soundtrack oficial de mi vida. Una cosa menos en la lista antes de morir, insisto.

2 comentarios:

Rocío dijo...

El ‘I traveled half the world to say you are my Muse’ casi me hace llorar.

Es que ellos son nuestros, Ale.

SupeR AnónimA dijo...

Muy nostálgica tu reseña. Hasta me dan ganas de ir a uno de sus conciertos. Gracias por los detalles